Ya estamos en la recta final de este 2020 que tanto nos ha enseñado. Para muchos este año ha representado, literalmente, la búsqueda de la supervivencia. ¡No ha sido fácil! Hemos tenido un reto tan otro, pero vean, si estamos aquí todavía es por una razón, hay un propósito en todo esto. Así que, si tu parada final no ha llegado es porque aún puedes hacer mucho más.
Mientras sigamos respirando hay esperanzas. Mientras estemos vivos y con salud podemos seguir disfrutando de nuestra vida, de cada detalle y oportunidad que se nos presente. Por lo tanto, disfruta y aprovecha al máximo tu viaje.
No permitas que las rutinas, el ajoro de vida, lo que sucede alrededor, las dificultades y retos que enfrentas a diario te impidan disfrutar tu viaje y ver oportunidades. No me voy a cansar de repetirlo porque lo creo. Creo que siempre hay algo más, una nueva oportunidad, una ruta alterna que podemos tomar para llegar a la meta que nos hayamos trazado.
Quiero recordarte que tu parada final no es esa puerta que se cerró frente a tu cara. Tampoco lo es esa persona que decidió irse de tu vida, ni quien partió de este mundo. No es tu final por haber perdido tu empleo o que tus ingresos hayan disminuido y quizás tengas cuentas atrasadas por pagar. No es tu final el que tu proyecto no haya dado resultados todavía o que tengas que cambiarlo porque te percataste que no tendrá éxito. Tu parada final será ese momento en que tu vida termine, y sí suena fuerte, pero no es hasta nuestra muerte donde se acaban las oportunidades y posibilidades.
Mientras haya vida hay esperanzas. Lo que necesitamos es buscarlas o crearlas, y dejar de enfocarnos en lo que parece no salir bien.
Por eso, es importante que:
Establezcamos metas claras.
Creemos planes para lograr esas metas y no solo uno sino plan A, B, C y todos los que sean necesarios.
Nos eduquemos constantemente.
Aprendamos a conocernos, identificar nuestras fortalezas, trabajar nuestras debilidades y las amenazas que puedan salirnos al paso.
Nos rodeemos de personas con una visión similar o más amplia que la nuestra.
Nos aferremos a Dios y confiemos en sus perfectos planes para nosotros.
Seamos consistentes y nos mantengamos accionando.
Busquemos soluciones y no nos quedemos en lamentaciones.
Pidamos ayuda si es necesario.
No nos conformemos ni seamos rápidos para rendirnos.
El éxito no se gana de un momento a otro. Las metas no se cumplen solo con pensarlas. Los sueños no se hacen realidad sin acción. Hay que trabajar, intentar, fallar, aprender y retomar, las veces que sean necesarias. Podemos cambiar de rumbo, el ritmo y el plan, pero las metas no hay porque cambiarlas.
Reflexiona en esta frase: “Si puedes soñarlo, puedes hacerlo” dijo Walt Disney.
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Hasta leernos otra vez.
María Magdalena ♥
Muchas gracias, necesito cambiar mi forma de pensar y ¡qué mejor que con tus blogs! Muchas bendiciones, Dios siga usándote. ❤️